Hallados el 26 de abril de 1923, se trata de un conjunto de seis piezas que originalmente están realizadas mediante una combinación de la técnica a la cera perdida, vaciado y deformación plástica.
Están constituidas de un fuste formado por discos paralelos que remata en una plataforma plana en la parte superior y en una base o pie cónico en escalera. Fueron fabricados por artesanos indígenas en un mismo taller, con oro similar al usado durante el Bronce Final, en los primeros momentos de contactos entre tartésicos y fenicios hacia el siglo VIII a. C.
Actualmente se considera que estos objetos no son funcionales sino que representan a una divinidad oriental anicónica, es decir, sin forma determinada. Divinidades que, a veces, se representan, por ejemplo, como varias columnas decorativas en algunos santuarios mediterráneos.