España fue uno de los primeros países en aprovechar las técnicas de conservación en la industria vegetal. El valle del Ebro es, hoy en día, el número uno en conservas de verduras gracias a la calidad de la materia prima y el respeto por el producto.
Existen diversas variedades, pero una de las más apreciadas es la de Tudela, en Navarra. En las conserveras tradicionales se recolectan los corazones, se escaldan, se calibran y se pelan a mano. Un truco para reconocer su calidad en el bote de cristal: el color debe ser pardo, poco intenso, ya que al no llevar apenas conservantes no se potencia el verde.