La Costa Brava ha sido siempre un espacio idílico para los pintores paisajistas, ya que el tramo de costa que va de Port Bou a Blanes está lleno de calas y roquedales salvajes, que transmiten la idea de un espacio virgen e indomable. El cabo de Santa Cristina, en Lloret, es uno de los espacios más recurrentes en la obra de muchos pintores.