Aldea abajo se toma el camino hacia el castro de Armeá, una senda hecha con grandes bloques de piedra y rodeada de robles. A medio trayecto se llega a la más misteriosa de las localizaciones: la inacabada basílica de la Asunción. En el siglo XIV las obras de este edificio quedaron incompletas por razones que se desconocen, aunque se atribuyen al ocaso de la orden de los Templarios, promotora de la obra. Debajo de los desnudos muros se encuentra otro secreto, no apto para corazones sensibles: se puede acceder al ‘forno da Santa’, el horno de la Santa, una cripta húmeda y oscura en la que según la tradición fue abrasada Santa Mariña. Es en realidad una construcción prerromana, probablemente un templo o unos baños.