El carro rural o gurdi ha sido profusamente estudiado por etnógrafos como Aranzadi, Caro Baroja, Barandiaran, etc. Ha llamado la atención de muchos viajeros por el chirrido que provocaba, hasta el punto de que se le conoce como carro chillón. El gurdi tiene dos ruedas (gurpilak) macizas, unidas por un eje o ardatza de madera de haya, que se sujeta a la cama del carro por medio de dos piezas llamadas gurditxinelak. Las extremidades del eje, de forma irregular, se introducen en los cubos de las ruedas. Las ruedas eran estrechas y llevaban llantas de hierro, por lo que se fue prohibiendo su acceso a los espacios adoquinados y después asfaltados a causa de las erosiones que producían. Las ruedas macizas, pues, fueron sustituidas por neumáticos en el s. XX.
El chillido (negarra, literalmente llanto) se producía por el roce de las gurditxinelak con el eje, para lo que era necesario que éstas fueran de madera, ya que las metálicas serían silenciosas. Era, pues, un efecto buscado: cumplía la función de advertir de su presencia, para evitar toparse con otro carro en sentido contrario en caminos estrechos. Asimismo, anunciaba el traslado de un ajuar de bodas.
Bibliografía:
Garmendia Larrañaga, Juan. Itzaia = El “itzai”. In: Euskal esku-langintza = Artesanía vasca. Donostia = San Sebastián : Auñamendi, 1970. I, 138-147.
Garmendia Larrañaga, Juan. Gurdia = El “gurdi”. In: Euskal esku-langintza = Artesanía vasca. Donostia = San Sebastián : Auñamendi, 1970. II, 132-141.
http://www.euskomedia.org/PDFAnlt/jgl/02001375.pdf