Ilustración de Arturo Redondo sobre el Castillo San Jorge de Sevilla en 1519.
La mole del castillo de San Jorge, construido por los almohades para defensa del puente de barcas, proyecta su oscuro poder sobre todos los ámbitos de la ciudad. Sede de la Inquisición, allí fueron interrogadas y encarceladas miles de personas, escribiendo una de las páginas más negras de unos siglos en los que la intolerancia religiosa condicionaba el curso de la vida cotidiana. Más de un artista dio con sus huesos en sus húmedas mazmorras, como el rebelde Torriggiano… Hoy ha cambiado por completo. Descabezado de sus siniestras murallas y torreones, en su plataforma hay en la actualidad un alegre mercado de abastos, y en sus sótanos contiene una instalación que aboga por la tolerancia.
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