En Niños jugando se manifiestan sus cualidades de buen pintor en una escena en que el artista traspasa la intimidad de una habitación semivacía, para sorprender un instante lúdico al recorrer el velo del universo encerrado en el que acontecen las travesuras eróticas, y saca a la luz el tema oculto de la sexualidad temprana para mostrarlo con sencillez y pocos elementos.
El espectador se hace partícipe del pequeño secreto y descubre la presencia de dos niños que retozan sobre una cama. El autor reviste la escena de ingenuidad al acudir al garabato infantil como medio de interpretación plástica. Los personajes se configuran mediante dos líneas entrelazadas y diferenciadas por el color que aparecen al extremo de un lecho de trazos rápidos. El conjunto de líneas de varios calibres destaca sobre el fondo grisáceo elaborado con gruesas veladuras, con lo que se crea una atmósfera de juguetona perversidad, en esta pieza que forma parte del acervo desde el año 1994.
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