Esta figura masculina, que algunos autores atribuyeron a una hipotética fachada occidental previa a la mateana, se corresponde, en realidad con el llamado Maestro de los Paños Mojados, contemporáneo de Mateo y que trabajaría también en otras piezas destinadas a la cripta, para desaparecer en los pisos superiores del Pórtico, ante el protagonismo absoluto del estilo mateano.
Se trata de una obra de rotundos volúmenes que carece de labra posterior, al tratarse de una pieza destinada a ser adosada al muro. Se representa una figura masculina, decapitada y mutilada, de pie y portando un libro abierto en sus manos. La postura de la imagen, flexionando ligeramente la pierna derecha, provoca una tensión de las vestiduras, formando abundantes pliegues que se adhieren a la anatomía, empleándose, de forma magistral, la técnica clásica de los paños mojados.