Así como la iconografía románica del Cristo crucificado destaca su carácter mayestático, la iconografía gótica subraya la humanidad de Cristo, destacando su sufrimiento en la cruz. Esta imagen muestra algunos de los elementos que son característicos de la iconografía gótica del Crucificado. Notamos, en primer lugar, que está clavado con tres clavos (y no con cuatro, como se ha podido ver en las representaciones del Cristo en Majestad). Observamos también la desnudez del cuerpo de Cristo y la composición en zigzag de la figura. No obstante, esta imagen aún conserva algunos elementos de tradición románica, de manera que tiene los ojos bien abiertos y lleva una corona que le identifica como rey, evocando lo que Jesús responde a Pilatos cuando éste le pregunta si es el rey de los judíos: «Tú mismo lo dices: soy rey...» y «...mi reino no es de este mundo» (Evangelio según san Juan, 18, 36-37).