Es de noche, están sentados en una vieja estera detrás de la cama de un soldado, el alférez Campuzano, que está curándose una sífilis en el Hospital de la Resurrección de Valladolid. Son los perros de los hermanos de la Capacha, a los que acompañan de noche con una luz para que puedan ver las limosnas que les dan, y además vigilan el hospital. Cipión y Berganza no lo saben, pero Campuzano los está escuchando y memoriza todo lo que oye porque luego lo escribirá en un coloquio, llamado de los perros.