Como sucede en el conjunto de la serie de "El hombre y la ciudad", "Comunidad de propietarios, apartamentos y locales" está protagonizada por el homúnculo, un ser concebido por la pintora como materialización de su crítica hacia el modo de vida consumista y a los que construye como seres cosificados compuestos a partir de materiales de desecho procedentes de un mundo tecnologizado que termina por alcanzar al ser humano. Mediante el assemblage de fragmentos de tuberías, trozos de ladrillo, esferas de relojes, bombillas, trozos de cables, sus características arenas y otros restos procedentes de la vida urbana crea Francés la anatomía de estos seres, que enlazan con los principios del Nouveau Realisme y su defensa del "reciclaje poético de la realidad urbana, industrial y publicitaria". La composición y el título de esta obra aluden a la idea del bloque de viviendas, no como lugar de convivencia sino de propiedad, donde los homúnculos se disponen de manera frontal al espectador, impidiendo así la interacción entre estos seres que, además, aparecen perfectamente organizados o, mejor dicho, clasificados dentro de espacios que se asemejan más a fríos módulos que a estancias de una vivienda; no en vano, Juana Francés señalaba que con sus obras buscaba "simbolizar la sociedad, nuestra sociedad, en donde todo está archivado, numerado, clasificado".