Este reloj Comtoise, dio la salida el 28 de octubre de 1848 al primer ferrocarril peninsular de servicio público, el camino de hierro de Barcelona a Mataró.
Tan suntuoso acto fue recogido extensamente en las crónicas de la época, de donde extraemos: “El reloj que descuella sobre la fachada esterior [sic] del edificio…, como todos los otros de las demás estaciones, son obra del señor Garçon”. Joan Pere Garçon Garrigosa, relojero de Cámara de Isabel II, fue el encargado de la colocación y funcionamiento de los relojes en los edificios de la línea. Sin embargo, para solemnizar el fausto acontecimiento, debía situarse próximo a los vehículos un reloj que pudiera dar la salida al convoy. De este modo, se había dispuesto junto a la vía, un templete o pabellón donde se hallaba colocado un pequeño altar, destinado a la ceremonia de bendición, tras la cual se dio la salida al tren.
Este reloj es una de las piezas más valiosas de la colección del Museo, un reloj de caja alta con maquinaria francesa Comtoise, también llamada Morez o Morbier. Con esfera de una sola pieza de alabastro y doce cartuchos de porcelana esmaltada, con los números romanos en azul y una esfera complementaria de segundero con números arábigos de diez en diez bajo el XII.
Las bocallaves para introducir la llave de la cuerda, aparecen entre el IV y el V y entre el VII y el VIII. Son dos las agujas horarias de latón de tipo breguet las que marcan las horas. Con movimiento con escape de áncora, es un reloj de repetición, con sonería de horas y cuartos sobre tres campanas, péndulo de lira con parrilla con nueve varillas, de las denominadas de compensación térmica. La fuerza la recibe mediante dos pesas, una para el movimiento y otra para la sonería. La caja de madera está decorada con motivos vegetales policromados y dos bandas paralelas que circundan todo el frente del reloj.