Durante el invierno de 1991-1992, Ferran Adrià pudo crear platos sin la obligación del servicio diario. Más adelante, con la nueva cocina ya construida, se creó la partida de desarrollo: Ferran, Albert y su equipo más cercano, de forma paralela al servicio y aprovechando algunas tardes libres, crearon y realizaron pruebas que después registraron meticulosamente en las libretas de creatividad.