La imagen de Cristo crucificado es una escenificación emblemática porque evoca sacrificio, redención y salvación de los seres humanos. El impulso de la creación artística de Chiloé se debe al impulso y enseñanza de los sacerdotes jesuitas y la producción de esta imaginería es anónima y en una práctica que se trasmitía de padres e hijos sin dejar rastros documentales.