La imagen de Cristo crucificado es una escenificación emblemática porque evoca sacrificio, redención y salvación de los seres humanos. Las figuras hispano-filipinas en marfil llegaron al Virreinato del Perú a través de la ruta transpacífica desde las Indias Orientales del Imperio Español. La habilidad de los artesanos se aprecia en la finura para el tallado del marfil de textura suave de este Crucificado expirante.