Entre la cabecera de la Catedral de Santiago y la Plaza del Obradoiro existe un gran desnivel, que el Maestro Mateo decide salvar a través de una cripta, algo inédito en la Galicia de la época. Se organiza a través de un gran pilar con ocho columnas adosadas, de las cuales parten los arcos de las bóvedas, y que a su vez se encuentra justo debajo del parteluz del Pórtico. Además, su planta imita a la de la propia Catedral, lo que se puede observar sobre todo en las cinco capillas que se encuentran en torno a la girola, de las cuales la central sigue el modelo de la capilla del Salvador.