La tradición del carnaval llegó a la Nueva España, como otras festividades propias del catolicismo, tras la conquista y evangelización. En la Ciudad de México, el carnaval se celebraba hasta bien entrado el siglo XVIII, siglo en el que fue prohibido debido a la censura en las formas de su representación. Fue entonces cuando dicha festividad previa a la Cuaresma se trasladó a sitios ubicados en la periferia de la capital novohispana. Uno de ellos Iztapalapa, lugar en el que desde 1780 hasta nuestros días se lleva a cabo. Año con año, cuadrillas de danzantes vestidos de charros, chinas poblanas o disfraces diversos denominados chichinas, recorren algunos de los barios de Iztapalapa desde el sábado y hasta el martes anteriores al Miércoles de Ceniza para concluir la celebración en el Pueblo de Iztapalapa.