David Alfaro Siqueiros, luego de vivir exiliado en varias naciones de Latinoamérica, regresó a México en 1946 y se reintegró a la vida artística de la capital mexicana como fundador del Centro de Arte Realista Moderno, sitio para el que pintó el mural Cuauhtémoc contra el mito como manifiesto de sus planteamientos vanguardistas. En las siguientes dos décadas, en varias ocasiones y por distintos motivos, Juan Guzmán tuvo delante de su cámara al polémico autor de No hay más ruta que la nuestra. Luciendo la apostura que le fue característica, el Coronelazo fue retratado por el fotógrafo en los días en que concluía Nuestra imagen actual (1947), trabajaba en la composición y trazos básicos de El tormento y apoteosis de Cuauhtémoc (1950-51), y desplegaba varias de sus obras en el Palacio de Bellas Artes.