Omóplato de ciervo decorado con una figura de cierva con la cabeza girada hacia atrás y las orejas erguidas en un gesto de alerta. Trazos incisos estriados en el interior de la cabeza y el cuello resaltan la musculatura del animal y dotan de volumen a esta representación. Se suman dos figuras más de caballo, una bastante burda en posición inversa e infrapuesta a la cierva anterior, junto al esbozo de lo que podría interpretarse como la cabeza y cuello de otra cierva. Esta pieza forma parte de un conjunto de 33 omóplatos decorados descubiertos durante la campaña de 1911 en el nivel β de la cueva del Castillo, adscrito al Magdaleniense Inferior.
La cueva del Castillo (Puente Viesgo, Cantabria) es un yacimiento de referencia de la Prehistoria de la Península Ibérica y presenta una de las secuencias estratigráficas más representativas del Paleolítico europeo. Descubierta por Hermilio Alcalde del Río, las primeras excavaciones sistemáticas no se producen hasta 1910-1914, dirigidas por Hugo Obermaier y subvencionadas por el Instituto de Paleontología Humana (Institut de Paléontologie Humaine – IPH) de París.