Pieza de solero con amplio y bajo repié anular, paredes abiertas de desarrollo sinuoso y borde exvasado. Pieza cubierta por completo con vidriado blanco, el exterior liso y el interior con decoración animalística, consistente en un gran pavón muy estilizado e irreal que ocupa todo el fondo de la pieza. El borde lo ocupa un delicado festón de ovas verdes y negras alternas. Símbolo de la inmortalidad en la iconografía paleocristiana, el pavón se asocia en el islam a la figura del príncipe y es también un animal del paraíso, de ahí su presencia ornamental en los jardines, convertidos en sus imágenes terrenales.