Comprada en 1998, la diadema es de estructura articulada de tradición orientalizante, compuesta por un cuerpo central de dos bandas de placas y uno de colgantes, con dos extremos triangulares. Estos presentan una decoración repujada de escena de caza ritual, compuesta por un personaje masculino, vestido con túnica corta, aparentemente armado, situado entre dos figuras de animales, un jabalí y un cánido. La placa presenta pequeñas perforaciones circulares situadas en los extremos del triángulo para su sujeción en una tela.
En las placas rectangulares se representa un personaje, posiblemente femenino, con collares, manos sobre el pecho y vestidura larga en la que se han marcado los pliegues mediante incisiones. Se interpreta como la imagen de la diosa mediterránea con las alas plegadas sobre el cuerpo; y la representación de bellotas.
Bajo esta serie de placas, se alternan pequeños colgantes huecos en forma de bellota.
Por la forma triangular de sus extremos se puede relacionar con las diademas de los tesoros de Aliseda, Mairena del Alcor y Jávea.
Se encontró con al menos dos monedas cartaginesas que fechan la posible ocultación en torno al 230 a.C.