"Diego y yo" es el último autorretrato de busto que Frida pintó. En su rostro, sobre el entrecejo y como si fuese un tercer ojo, aparece la imagen de Rivera, en cuya frente a la vez puede verse otro tercer ojo. La pareja se había conocido en 1922, en 1928 iniciaron un romance y al año siguiente contrajeron matrimonio. En esta obra, la fusión de las figuras de ambos y las lágrimas que se derraman sobre el pómulo de Frida aluden a su tempestuosa y apasionada relación, que se extendió por décadas. El dualismo, un tema frecuente de su producción que se asocia tanto a su experien- cia personal como a dialécticas humanas y universales –cuerpo y mente, sol y luna, vida y muerte–, aparece aquí mediante la contraposición de ella y Diego, que remite a lo femenino y lo masculino. Estos mismos motivos son desarrollados particularmente en otro óleo del mismo año, "El abrazo de amor del universo, la tierra (México), yo, Diego y el señor Xolotl", en el que Rivera es retratado como un bebé en brazos de Frida, ambos cobijados por una figura antropomorfa, en un ámbito que los vincula a la vez con la tierra y el cosmos.