Muñoz Degrain supera los límites de la pintura paisajista del momento, establecidos por Carlos de Haes desde la cátedra de Paisajismo de Madrid, y desarrolla un tipo de obra en la que, aun teniendo como componente mayoritario el tema paisajístico, introduce elementos narrativos en ocasiones cargados de dramatismo.El descubrimiento de Sierra Nevada supone para el pintor un filón inagotable de inspiración, ya no sólo como paisaje sino también como escenario de historias enigmáticas o de macabro romanticismo, como se demuestra por el buen número de cuadros a lo largo de toda su producción en los que aparecen este tipo de escenas.En Drama en Sierra Nevada, Degrain se hace eco de las leyendas populares que circulaban en la época y relataban terribles episodios sucedidos en medio de temporales y ventiscas en los que los viajeros que atravesaban la sierra a pie eran atacados por manadas de lobos hambrientos.Es el caso de esta pintura donde se recrea una de esas leyendas ambientada en un paraje rocoso de la Sierra. Una familia se defiende del ataque de una jauría de lobos que les ha sorprendido. En su huida desesperada se encaraman a un risco de difícil acceso. La madre sostiene al pequeño en alto y se dispone a pasárselo al padre para que éste lo ponga a salvo en una cesta colgada de una rama. El dramatismo se intensifica por el callejón sin salida que es el lugar que han elegido para protegerse y porque el final de la historia se intuye al acudir más fieras al ataque.En diversas ocasiones utilizó la silueta inconfundible de Sierra Nevada para componer los escenarios naturales de otras historias. Podría decirse de Degrain que supo captar como ningún otro pintor los efectos que la luz de los atardeceres de otoño produce sobre la nieve al transformar en rosas los tonos blancos.Pocos fueron sin embargo, los que asimilaron, a pesar de la fascinación que causaba, el colorido brillante, casi estridente, de la paleta del maestro. En Granada su eco puede encontrarse en la pintura de Eugenio Gómez Mir, del que se expone Paisaje de la Alpujarra, que recuerda al valenciano Degrain en el uso del color.
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