Vestido

El Modernismo se manifiesta en todas las artes, y el vestido no es una excepción. La línea sinuosa denominada coup de fuet que tanto lo caracteriza queda reflejada claramente en la silueta en forma de S cuando la miramos de perfil. Se traza desde el cuello alto —tan propio de los vestidos modernistas— y bajando hacia el busto hinchado, el llamado «pecho de paloma»; a partir de la cintura, estrechísima, la línea se dirige hacia la parte posterior de la figura y baja a lo largo de las piernas hasta deslizarse por el suelo con la cola del vestido. Esta silueta se consigue gracias al corsé, que en esta época llega a provocar la máxima deformación del cuerpo y ayuda a la mujer a adoptar una postura que refuerza la sinuosidad. El cuerpo bascula desde la cintura, con el pecho hacia delante y el trasero hacia detrás.

Bajo el vestido se ponían diferentes prendas de ropa interior, confeccionadas generalmente con batista de algodón y también profusamente adornadas con encajes, bordados y cintas: directamente sobre el cuerpo, las calzas largas y la camisa; encima, el corsé bien ajustado; sobre este, un tipo de corpiño sin otra función que taparlo, el cubrecorsé, y en la cintura las enaguas. A menudo por encima todavía se colocaba el refajo, una especie de falda interior —generalmente confeccionada en seda y de colores muy vivos— que al andar la mujer hacía un ruido característico, conocido como frufrú. Los tejidos empleados en esta época suelen ser labrados con motivos vegetales, propios también del movimiento artístico, y los vestidos se completan con una abundante ornamentación de bordados, encajes y otras aplicaciones.

El vestido de novia que se presenta aquí está confeccionado con tejidos lisos de gran calidad en tonos crema, con mucha ornamentación añadida de encajes, cintas y bordados con motivos vegetales. Los vestidos de novia también podían ser blancos e incluso negros, que después podían utilizarse en otras ocasiones. Esta prenda es obra de una de las primeras creadoras de moda en Barcelona, Carolina Montagne, que supo adaptar la alta costura parisina a las características del gusto barcelonés.