Jeanne Lanvin puede ser considerada como la representante de la elegancia tradicional parisina duante los años de entreguerras. Principal impulsora del robe de style, tipología que mantiene el gusto por los volúmenes y el traje largo en un momento en el que se impone la línea recta y las faldas cortas, la modista lideró una empresa que en los años 20 acometió ya un acercamiento global al mundo de la moda, ampliando el ámbito de la firma a la decoración, la perfumería e incluso la moda para hombre.
Este vestido se encuentra en línea con la tendencia general de los 20, con motivos bordados que recuerdan a las prefiguraciones chinas de nubes y que remiten al gusto orientalista que persiste desde que los ballets de Diaghilev llegan a París en 1909, el mismo año en que Lanvin entró a formar parte de la Cámara Sindical de la Alta Costura.