En Berlín, Kandinsky pintó una última gran obra con su paleta evocadora: el fantasmagórico Développement en Brun (Trabajo en marrón). El marrón se asociaba a los nazis. Los elementos formales tan simples (rectángulos, círculos, arcos circulares y triángulos) están sutilmente dibujados en una superficie plana. El cuadro sintetiza su experimentación con los efectos de transparencia que se consiguen con la ayuda de un aerógrafo.
Christian Zervos, el fundador de Cahiers d’Art, comenta sobre esta obra: "Es un gran lienzo en marrón. En el centro, se abre una luz que sugiere esperanza, lo cual confiere a este cuadro una fuerza extraordinaria, al tiempo que nos hace soñar con el infinito, que nuestras vidas constriñen desde todos los frentes". Kandinsky se llevó consigo ese atisbo de esperanza al exiliarse en París, donde terminó este espléndido cuadro.