Tienen forma de águila esquemática y exhiben sus alas desplegadas, pico muy curvo y, en ambas, el ojo lo forma un gran cabujón azul. Toda la superficie está cubierta de celdillas que alojan vidrios, la mayoría de color rojo, asentados sobre una laminilla de oro que aporta brillantez a las piezas. Las celdillas tienen formas diversas y, en el centro, sobresale una cápsula almendrada que confiere un extraordinario volumen y plasticidad. El estilo coloreado, basado en composiciones de oro y piedras preciosas, con el uso de la técnica del cloisonné, tiene su origen en las regiones orientales del Mar Negro y las provincias iranias, llegando a occidente en época de las grandes migraciones. En las fíbulas aquiliformes hispanogodas el material utilizado fue el bronce, cubierto por un baño dorado, conservado parcialmente en las piezas de Alovera.
Estos adornos de indumentaria femenina, además de ser auténticas alhajas y elementos de prestigio, son objetos prácticos por su función de sujeción de los ropajes a la altura de los hombros.
Fue un hallazgo casual en un cementerio relacionado con una villa romana, muy cercano al de Azuqueca de Henares (Guadalajara).
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