En Eco las formas sencillas de cajas o marcos ensamblados prescinden de todo elemento ajeno que distraiga la mirada. El artista se concentra en tres rectángulos que representan el borde exterior de las cajas y los tres que forman el fondo, en un conjunto que confirma que cualquier objeto puede ser sujeto para el arte. La perspectiva renacentista y el desvanecimiento cuidadoso del color otorgan un realismo inquietante que incita al espectador a penetrar en un espacio ilusorio, ordenado y vacío, que da lugar a un juego visual entre interioridad y exterioridad.