El ibis es un animal que en el antiguo Egipto fue consagrado a Toth, que era el dios de la sabiduría y el aprendizaje, maestro del idioma e inventor de la escritura, conocedor de los jeroglíficos y todos sus secretos; además, fue quien hizo las leyes y calculó el tiempo. Estas condiciones lo consagraron como secretario de los dioses y fue considerado un mago y sanador. Su culto estuvo muy difundido en todo Egipto y en las necrópolis se han encontrado ibis momificados en abundancia.
Representado en movimiento con la cabeza en alto, tiene las plumas de la cola con aplicaciones de pasta de vidrio azul imitando lapislázuli, con sus patas desplegadas y finamente grabadas. Los ojos han sido realizados con incrustaciones de cobre y obsidiana.