Este ejemplar, emitido en la Cancillería de Valladolid, es resultado del trabajo de un escribano real, un encuadernador y un artífice gráfico. Fue realizado sobre un pergamino y la caligrafía con tinta china. En las imágenes, letras capitulares y demás ornamentos utilizaron pintura al temple.
Los intensos rojos, que predominan y le añaden un toque de elegancia, fueron preparados con un pigmento a base de grana cochinilla. Este colorante, soluble en agua, fue comercializado durante el siglo XVI en el mercado europeo de tal forma, que pasó a convertirse en una de las materias primas más cotizadas entre los artistas europeos. A partir de lo anterior, se puede inferir que su propietario perteneció a una clase social acomodada, ya que no cualquiera podía pagar por un documento nobiliario de tales características materiales.