Un espacio en realidad nunca está vacío, mirarlo es en sí un acto que lo habita, ya que no es solo una mirada, es el pensamiento que hay detrás de ella, se podría decir que el nivel de vacío en un espacio puede medirse por la intensidad que este genere al pensamiento, a mayor la intensidad, mayores son las sensaciones de pertenencia, de habitar aquello que vemos, porque en ese momento no habitamos un espacio físico, habitamos las ideas o sensaciones que salen a ocuparlo todo y darle un sentido, entonces estos espacios se convierten, por un instante, en el reflejo de lo que somos y sentimos.
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