Conforme el edificio y sus modernas instalaciones fueron deteriorándose, los habitantes tuvieron que improvisar para acceder a los servicios que se creía venia junto con la promesa de modernidad que estaba ligada al edificio. Marcas de óxido circulares, apuntan a la presencia de tambos de metal que se utilizaban para albergar agua. Adaptaciones caseras al sistema eléctrico original dan muestra también de una modernidad que no lo era tanto.