"En 1994 comenzamos a intuir que para que nuestra cocina evolucionara al ritmo que deseábamos, debíamos ampliar nuestra concepción de la creatividad y orientar nuestra búsqueda a crear nuevos conceptos y nuevas técnicas" dice Ferran Adriá.
Como resultado surgiría un nuevo lenguaje que desembocó en una apuesta radical en la que se cuestionaban todas las certezas de la cocina anterior. Una apuesta en la que la prioridad no era crear platos, sino crear conceptos y técnicas que fuesen capaces de conseguir que el comensal viviera una experiencia. Este lenguaje fue fraguando e integrándose fuera de elBulli restaurante, influyendo a cocineros de todo el mundo.