Para la filmación de Chilam Balam, cuyo mayor rodaje se hizo en la zona arqueológica de Chichen Itzá, se levantaron escenarios que habrían de reconstruir los interiores de los grandes templos mayas que alcanzaron un costo superior a 200 mil pesos, o sea el valor de un palacete de cualquiera de las colonias ricas de la ciudad de México [impreso publicitario, 1957].
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