Las dos fachadas exteriores del coro que daban a las naves laterales de la catedral de Santiago se componían en dos partes. La inferior, que abarcaba dos tercios de la altura total de la fachada y contenía una arquería cuádruple, con rosetas esculpidas en las enjutas, sobre capiteles con decoración de hojas vegetales. No nos han llegado ninguna de las columnas completas (tampoco las de la sillería), por lo que sus alturas han tenido que ser determinadas en relación a las medidas de los demás elementos. Una imposta lisa colocada sobre las arquerías sirve de asentamiento para la alternancia de figuras de profetas o apóstoles y relieves de torres. Las fachadas se remataban con una cornisa con palmetas anilladas.
La sucesión de figuras de personajes bíblicos sedentes y los torreones hacen alusión a los muros de la Jerusalén celeste, que según la visión de San Juan, “tenía un muro muy alto” y “descansaba sobre doce cimientos, en los que estaban inscritos los nombres de los doce apóstoles del Cordero”.