Complementos imprescindibles de la indumentaria femenina, los abanicos han reflejado los cambios de los gustos y las modas. En España se popularizaron especialmente a finales del siglo XVIII consolidándose su éxito en el siglo XIX. La producción española de este tipo de piezas se concentró particularmente en Valencia.
Durante el reinado de Isabel II se hizo patente la tendencia a la recuperación progresiva de los estilos del pasado, con la posibilidad de combinarlos de una forma absolutamente libre, teniendo en cuenta únicamente sus poderes evocadores y decorativos. Un ejemplo de esta manera de combinar los estilos lo tenemos en este abanico del Museo Romántico de Sitges, decorado en una de sus caras con una escena cortesana propia del Renacimiento francés, ambientada vagamente en tiempos de los reyes Valois del siglo XVI, pero sin referencia a ningún acontecimiento histórico. En la otra cara se desarrolla una escena galante de gusto rococó, con una recreación de la vida festiva y amable que se atribuía al periodo del reinado de Luís XV, del tercio central del siglo XVIII. La recuperación de estos temas galantes se extendió desde Francia durante el Imperio de Napoleón III y de Eugenia de Montijo.
¡Todo listo!
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