En esta pintura Gárate abandona la temática costumbrista para ejecutar una escena cargada de matices romanticistas, en la que la protagonista es una mujer tumbada en un diván cuyos pensamientos parecen perderse en el recuerdo. Toda la luz se concentra en su torso que queda semidesnudo, al caer sobre su brazo el tirante de un sensual vestido de gasa. La composición se enriquece con las texturas de las telas que la rodean, ricas en brocados y dorados, al fondo una decoración japonesa aumenta la sensación de teatralidad.
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