Comparando esta punta seca con la escultura Bañista, 1924, podemos comprobar cómo las aparentemente leves diferencias formales entre una figura y otra, concretadas en un claro cambio de canon y en una ligera modificación del carácter de las líneas del modelado (allí rotundo, sólido y de perfecta definición, y aquí más mórbido y fluctuante, menos firme), pueden dar lugar a dos conceptos aparentemente similares y, sin embargo, muy diferentes, casi diametralmente opuestos, de representar y sentir el desnudo femenino, idealizado y eterno en el caso de la escultura, contingente y voluble en el de este grabado, gozoso allí, sensual aquí.
¿Te interesa Visual arts?
Recibe novedades con tu Culture Weekly personalizado
¡Todo listo!
Tu primer Culture Weekly llegará esta semana.