Las imágenes conocidas como “santitos populares” fueron talladas a lo largo de los siglos XVIII y comienzos del XX por artesanos anónimos, sin un entrenamiento especializado, cuyo destino era cubrir la demanda de la piedad privada, en casas y pequeñas capillas. Esta producción, como este Cristo Crucificado, proviene de la zona central de Chile y exhibe tanto raíces hispanas como autóctonas, producto del sincretismo cultural-religioso.
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