Figura que representa al dios hindú Shiva sobre un doble trono de loto y acompañado de su pareja, la diosa Parvati, sentada en su rodilla. Representado en su forma terrorífica como Bhairava, se adorna con un collar de cabezas humanas y sujeta en sus dieciocho brazos diferentes atributos, como son la espada, el loto, el lazo, el timbal o el “vajra” (rayo) y la “ghanta” (campana). Los dioses están flanqueados por sus respectivas monturas: Nandi, el cebú de Shiva, y Shima, el león de Parvati.
Shiva es uno de los principales dioses del hinduismo. Junto con Brahma y Vishnu, forma una triada divina en la que personifican, respectivamente, la destrucción, la creación y la conservación. No obstante, Shiva es una divinidad compleja que aloja en sí misma los tres conceptos; es también una divinidad paradójica, ya que representa a la vez realidades antagónicas y complementarias, como la destrucción y la creación. Su mujer, la diosa Parvati, es su “shakti” o energía femenina y la madre de sus dos hijos, Ganesh y Skanda; es además una diosa paradójica como Shiva, identificada con conceptos como la naturaleza y la fertilidad, pero también con la muerte y la destrucción.
Shiva y Parvati moran en la cima del monte Kailash del Himalaya, del cual deriva el nombre Kailasanatha que reciben los templos que se le dedican al dios. Shiva es venerado no sólo en el hinduismo, sino también en el budismo tibetano tántrico, cuya escuela principal es el Vajrayana o "Vehículo del diamante", derivado de la palabra hindú “vajra”, diamante, pero también rayo o falo. Extendido principalmente por Tíbet y Mongolia, el budismo Vajrayana conserva un gran número de componentes del hinduismo, como el propio dios en su representación tántrica, ejemplificada en esta pieza. Contiene también un simbolismo sexual, basado en el rechazo a todo dualismo y en la fusión de las energías masculina y femenina como vía para alcanzar el Nirvana.