"Me felicité de tener en Agustín Jiménez un fotógrafo muy artista y virgen en lo cinematográfico. Cuando hablé con él de mis ideas se entusiasmó en grande. Sus alumbrados siempre estarían fuera de lo convencional, buscando efectos insólitos. A Jiménez debe Dos monjes, en gran parte, el valor estético que le fue concedido en Europa dentro del estilo surrealista."