Fuente de Fuego (Fire Fountain, 1961) es la culminación de un proyecto que el artista nunca tuvo oportunidad de terminar durante su vida. En una conferencia en la Sorbona en 1959, Klein habló de una antigua idea, "el proyecto para una plaza pública, de una lámina de agua sobre la que danzarían chorros de fuego en lugar de chorros de agua". Según el artista, esta idea surgió tras visitar las fuentes y los surtidores de los jardines de estilo francés del siglo XVIII del Palacio Real de La Granja de San Ildefonso, antigua residencia de verano de la monarquía española cerca de Madrid: "Fue allí donde imaginé sustituir, en la superficie del agua tranquila de estos estanques, los elegantes surtidores de agua de dichos estanques por resplandecientes surtidores de fuego. Esculturas de fuego sobre el agua [...] ¿Y por qué no?". Hay una serie de bocetos que sugieren que Klein ya estaba interesado en crear una escultura de fuego en 1958–59 y una de las primeras "patentes de invención" que solicitó el artista hace referencia a "surtidores combinados de agua y fuego en un estanque". Para su retrospectiva expuesta en el Museum Haus Lange de Krefeld en 1961, un año antes de su muerte, Klein pudo hacer realidad parte de su proyecto: se erigió una "pared de fuego" con unos cincuenta quemadores Bunsen en el césped situado delante de la villa diseñada por Mies van der Rohe mientras, en las inmediaciones, una única llama intensa (o "fuente de fuego") surgía del suelo.
En la obra póstuma Fuente de fuego instalada en Bilbao, cinco fuentes de fuego aparecen alineadas en uno de los estanques situados en el exterior del edificio de Frank Gehry. Las llamas, que surgen en una fila, se reflejan sobre la tranquila superficie del agua. Esta obra demuestra el profundo interés que el artista sentía por el fuego, uno de los "cuatro elementos" según la tradición ancestral. Además de las obras mencionadas anteriormente, Klein también creó una serie de Pinturas de fuego (Fire Paintings) en 1961 utilizando un soplete sobre superficies tratadas químicamente. El fuego —fermento de vida y agente de civilización, proveedor de numerosos beneficios y comodidades, además de una fuerza destructiva, una amenaza eterna— suele estar asociado a la memoria y al culto a los muertos. Desprovista de grandilocuencia, la obra Fuente de fuego nos remite indirectamente a los orígenes de la civilización, e incluso a los inicios del mundo. En 1959, antes de materializarse ninguno de sus proyectos de fuego, el artista declaró: "El fuego es para mí el porvenir sin olvidar el pasado"