Durante mucho tiempo, tras la muerte de Cano, Juan de Sevilla disputó con Bocanegra un puesto de preeminencia en el panorama artístico granadino, rivalidad muy conocida en la época y que llevó a instituciones como el Cabildo de la Catedral a repartir los encargos de forma salomónica, si bien, finalmente, Bocanegra recibiría el nombramiento como pintor de la Catedral, más por su empeño que por su maestría.Sevilla ya se había enfrentado antes a este tema de la flagelación en otro gran formato en uno de los retablos laterales de la capilla mayor de la Catedral de Granada, en el que sitúa la acción en un nocturno para provocar importantes efectos claroscuristas que nada tienen que ver con nuestra obra.Esta versión resulta mucho más prototípica de la producción de Sevilla al incorporar muchos de los elementos que singularizan su producción. Nos referimos al grupo de personajes, judíos y militares romanos que se agrupan en torno a la figura de Cristo, centro de toda la composición. Ataviados con turbantes en el caso de los judíos y cascos con penachos los romanos se repiten en multitud de sus cuadros.Otros recursos escenográficos a los que recurre con frecuencia Sevilla son la colocación de un grupo de personajes que observan la escena sobre una terraza en segundo término, el personaje vuelto de espaldas en la zona baja, que a la vez que cierra la composición nos introduce en la escena, e incluso la colocación de animales domésticos como el perro de la zona inferior.La figura semidesnuda de Cristo, una vez más, está inspirada en la monumentalidad y clasicismo canesco.
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