A partir del año 1845 se empezó a todar a las fuerzas montadas de la Guardia Civil de pistolas de chispa modelo 1828, que estuvo en servicio junto con otros modelos también de chispa y ánima lisa. Con un calibre de a 17 en libra, que significaba que al dividir una libra de plomo en bolitas esféricas con el diámetro para el cañón de este arma, salían 17 bolas. El funcionamiento de estas llaves de chispa era el mismo que en las armas largas, ambas de avangarga, se hacía fuego cuando el trozo de pedernal, que era sostenido por una abrazadera en el extremo de un martillo corto (pie de gato), golpeaba una pieza de acero llamada rastrillo, originando así las chispas que caían en la cazoleta y prendían la pólvora. En 1858 se solicitó la sustitución de este tipo de pistola por las de percusión, cambio que se hico progresivamente.