En la realización de esta pieza, la artista Feliza Bursztyn recuperó un conjunto de parachoques de un depósito de chatarra, un residuo del mundo mecánico y de la cadena de consumo, para ensamblarlo en una forma orgánica que evoca la vida y la naturaleza. Hace parte de las esculturas públicas del Museo La Tertulia, exhibida en la escalinata que lleva a la plazoleta del Museo.