En 1878, con tan solo 15 años, Joaquín Sorolla y Bastida entró a la Academia de San Carlos de Valencia, donde sus maestros Gonzalo Salvá e Ignacio Pinazo lo indujeron en la pintura al aire libre. Su práctica artística consistió —al igual que la de Ignacio Zuloaga y Zabaleta y demás jóvenes pintores de la época— en imitar las pinturas de los grandes maestros como Diego Velázquez y José de Ribera.
A los 22 años Sorolla obtuvo una beca para estudiar pintura en la Real Academia de España en Roma, Italia. En este periodo la captación de la luz natural en su obra cobra relevancia y desarrolla una habilidad particular para representar sus efectos de manera auténtica. Flores sobre el agua pertenece a esta etapa de formación del pintor, en la que los profesores le exigían las formas aprendidas en la Academia y en muchos casos criticaban su producción, que se desviaba de los esquemas clásicos. La pintura se concentra en un grupo de flores en medio de hojas y algunas flores pequeñas. La rosa que cae sobre el agua transparente aviva la composición en contraposición con el fondo oscuro que sugiere una vegetación tupida y desordenada.
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