Aunque en los inicios de la fotografía su propósito era mostrar la realidad, los fotógrafos no tardaron en descubrir que podían modificarla a su gusto.
En el caso de la fotografía de estudio, el fotógrafo construía una narrativa con ayuda de su cliente mediante la postura corporal, actitud, ropa y otros recursos escenográficos como el fondo, la iluminación u objetos. Con estos elementos, un mismo espacio podía transformarse en un sinfín de escenarios.