Con respecto a su vida, Kahlo le contó lo siguiente al periódico Excélsior: "Nunca fui a Tehuantepec […] ni tengo conexión alguna con el pueblo, pero de todas las vestimentas mexicanas, esta es la que más me gusta y por eso la uso". En esta obra, está retratada usando el tocado de encaje emblemático del vestido de tehuana. Silberstein le sacó la foto a unos metros de distancia, mientras posaba delante de una hilera de estantes. Su figura parece desvanecerse en la muestra de cerámica regional y objetos decorativos de su colección.