"Los juegos del amor y del azar" es del período en que Jorge de la Vega buscaba, junto con sus compañeros del colectivo Nueva Figuración (Luis Felipe Noé, Rómulo Macció y Ernesto Deira), superar la antigua dicotomía plástica entre figuración y abstracción para hacer que las formas emergiesen, casi de manera espontánea, de la materia pictórica. Las composiciones de impronta gestual, en telas de grandes formatos y realizadas con materiales poco ortodoxos (además de óleo y otras pinturas), habían sido ya exploradas a fines de la década anterior por los artistas informalistas. De lo que se trataba ahora era de encontrar, en ese caos compositivo, un nuevo equilibrio. La serie “Bestiario” –también conocida como “Monstruos”–, de la que forma parte esta obra, pertenece a este período. Para componer esta suerte de inventario de desbordantes seres expresionistas, De la Vega articuló la pintura con espejos, piedritas, chapas y, también, casi como un adelanto del interés que el pop le despertaría algunos años más tarde, fichitas de plástico, provenientes de algún juego de mesa. Una serie de sensaciones táctiles y visuales sugeridas, en parte, por la porosidad de la tela, pueden dar al espectador la impresión de que las figuras presentes en su pintura han surgido casi por generación espontánea.