Esta obra (sin duda muy representativa y de gran significación entre las realizadas durante la época del hierro) reúne, además del resto de sus valores plásticos y estéticos, grandes valores didácticos, ya que Gargallo integra y resume en una sola figura buena parte de sus diferentes propuestas o recursos expresivos, materializándolos en el distinto y alternativo procedimiento de representación (macizo-vacío/relieve-rehundido) que utiliza para los brazos y piernas de la escultura, ofreciendo a cualquier espectador una demostración práctica de cómo la forma y el volumen pueden crearse o sugerirse tanto por un procedimiento como por su contrario.
Gargallo preparó un vaciado en escayola del tronco (que fue destruido durante la segunda Guerra Mundial) y también recortó en plancha de hierro y de manera previa algunas partes de las extremidades, la cabeza y otros detalles complementarios, al parecer con la intención de realizar una segunda versión (quizá mixta) de la misma figura, pero desgraciadamente murió sin poderla llevar a cabo.
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